Viuda y con tres hijos, Marcela ha tenido que sobrellevar su dolor y trabajar por el bien de ellos

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Cabo San Lucas.-Termina su labor de limpieza, Marcela ha pasado de todo desde que quedó viuda. Su rostro cansado denota el esfuerzo que hace por dar lo necesario a sus hijos.

“Hace dos meses quedé viuda, antes no trabajaba porque me quedaba cuidando a los niños, pero desde que él falleció tuve que trabajar, pues tenían que comer mis hijos”.

Se cruza de brazos, tratando de ser fuerte para evitar llorar, “fui una mujer que sus padres no la dejaron estudiar, luego me casé y mi esposo tampoco me dejó trabajar, ni siquiera tener la oportunidad de poder terminar la primaria”.

“Muchas veces me siento inútil, porque sin saber leer ni escribir no puedo aspirar a otro trabajo, ahora mis hijos son los que me han enseñado y más o menos puedo hacerlo y ni cómo ayudarlos a ellos’’.

Marcela López llegó del estado de Guerrero, comenta que junto con su esposo e hijos venían con la esperanza de que serían mejor las cosas para ellos, pero lamentablemente a su esposo le dio cáncer.

Muchos tropiezos ha tenido la madre de familia que ahora lleva las riendas de su casa, “nosotros llegamos a la invasión de Las Torres, ahí nos traspasaron un terreno y afortunadamente dicen que aquí no pasa el arroyo, pero hace días que venía el agua nos anduvieron avisando y pensé en los tres chiquillos”.

 “Ahora es más difícil para mi poder construir, porque voy a limpiar algunas casas o comercios del centro, me apuro y le busco en varios lugares para asear, pero apenas así la libro”.

“Bueno, hasta traigo unos catálogos que una de mis vecinas me prestó para que me ponga a vender, porque en serio las cosas cada día están más caras y los niños siempre están pidiendo material que les encargan en la escuela”.

“Esa es una de las cosas que dije desde que me casé, que mis hijos tenían que aprender a leer y escribir, que no iban a ser burros como yo; por eso siempre estoy apurándolos a que vayan a la escuela, no les permito que falten”.

 “Hace unos meses mi esposo falleció, le dio cáncer en el estómago, fue muy doloroso, él sin poder trabajar y yo cuidándolo…fue triste porque no tenía que darles de comer a mis hijos’’.

“Algunos vecinos al ver como estábamos se portaron bien gracias a Dios y cuando no era uno era otro, nos llevaban algo, pero siempre me daba pendiente que se quedaran mis hijos solos y sin comer’’.

“Pero no podía dejar solo a mi esposo porque en el hospital tenía que estar con él, los últimos días se fue poniendo cada vez más delicado y sufrió mucho…fue un purgatorio’’.

Marcela resiente la ausencia de su compañero, con el que estuvo casada casi doce años, pero tuvo que sobreponerse a su dolor y levantarse con fuerza para trabajar y llevarles de comer a sus tres hijos, aún sin saber leer ni escribir, pero pensando ahora en ellos, en su bienestar.