El cempasúchil ilumina el Día de Muertos

Con la llegada del Día de Muertos, México se cubre de un manto de colores, aromas y símbolos ancestrales. Entre todos ellos, la flor de cempasúchil destaca como el elemento más representativo de esta tradición, pues su resplandor amarillo y naranja marca el camino para que las almas regresen a visitar a sus seres queridos.
El uso del cempasúchil en el Día de Muertos tiene raíces prehispánicas. Las antiguas culturas mesoamericanas creían que su color representaba la luz del sol, mientras su fragancia abría una senda espiritual entre el mundo de los vivos y el de los muertos. En la actualidad, las familias mexicanas siguen colocando pétalos o flores completas desde la puerta de su casa hasta el altar, como una guía para las ánimas.
El nombre náhuatl de esta flor, que significa “flor de veinte pétalos”, simboliza también la dualidad entre la vida y la muerte. Su presencia no solo adorna los altares, sino que conecta el pasado indígena con las prácticas actuales del Día de Muertos, una celebración reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La flor de cempasúchil se cultiva en diversas regiones del país, pero los principales productores se concentran en Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, San Luis Potosí, Guerrero, Oaxaca, Morelos, Durango, Sonora y la Ciudad de México (CDMX). Estas entidades aportan la mayoría de las flores que, cada noviembre, llenan los mercados y los campos de tonos amarillo y naranja.
Entre todas, Puebla encabeza la producción nacional, seguida por Tlaxcala y Hidalgo, donde cientos de familias dependen de esta actividad agrícola temporal. San Luis Potosí y Guerrero también destacan por su amplia superficie sembrada, mientras que en Oaxaca y Morelos la flor forma parte del paisaje tradicional de las ofrendas.
En el norte, estados como Durango y Sonora han incrementado su participación en los últimos años, adaptando sus condiciones climáticas al cultivo. Por su parte, la CDMX, especialmente en la alcaldía de Xochimilco, produce millones de plantas cada temporada. En Milpa Alta y Tláhuac también florecen grandes extensiones destinadas a la festividad.
El cempasúchil no solo representa un elemento ornamental, sino una conexión espiritual y cultural. Su olor penetrante, atribuido a sus aceites esenciales, se considera un puente entre los dos mundos, una guía luminosa que conduce a los difuntos hacia los altares del Día de Muertos.
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