La erosión costera avanza en Tabasco y el mapa del Golfo de México se transforma

El litoral del sureste mexicano se redefine día a día, confirmando que la frontera entre el mar y la tierra nunca fue fija, solo lo olvidamos
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El mar está reescribiendo el litoral de Tabasco. En apenas unas décadas, la erosión costera ha cambiado radicalmente la línea entre tierra y agua, desplazando comunidades, borrando playas y obligando a cientos de familias a abandonar lo que durante generaciones fue su hogar. En sitios como El Bosque, un pequeño poblado de pescadores, el avance del mar es tan evidente que donde antes se jugaba futbol y se tendían redes, hoy solo queda agua salada cubriendo los recuerdos.

En los últimos cuarenta años, Tabasco ha perdido parte de su costa frente al Golfo de México. En el caso de El Bosque, el mar avanzó casi un kilómetro, un fenómeno que en una década destruyó viviendas, escuelas y comercios. Más de 60 familias fueron desplazadas, marcando el primer caso documentado de migración climática interna en México. Lo que comenzó como un retroceso de algunos metros se ha convertido en un proceso irreversible que ya afecta a varios municipios, entre ellos Paraíso y Centla, donde las tasas de erosión superan los tres metros por año.

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Este retroceso del litoral tabasqueño es una de las señales más visibles del cambio climático en el país. El incremento del nivel del mar, que en el Golfo de México crece alrededor de un centímetro por año, y la pérdida de manglares —que antes actuaban como escudo natural— han dejado las costas vulnerables ante cada “norte” o tormenta tropical. En zonas donde el suelo es arcilloso y plano, la fuerza de las olas penetra más fácilmente, acelerando la desaparición de terrenos habitables.

Pero el cambio climático no actúa solo. La mano humana también ha contribuido a este deterioro. La extracción de arena, la construcción de diques, presas y plataformas petroleras, además del bloqueo de cauces naturales, ha alterado el flujo de sedimentos que antes alimentaban las playas tabasqueñas. Hoy, la erosión costera es tanto resultado de la naturaleza como de decisiones mal planificadas.

Tabasco se ubica entre los estados más expuestos del país al incremento del nivel del mar, junto con Campeche, Quintana Roo y Yucatán. Sin embargo, el impacto aquí tiene un matiz geográfico y social distinto: más del 21 % del territorio podría quedar bajo el agua si el mar eleva su nivel un metro, según estimaciones oficiales. Esto no solo representa una amenaza ambiental, sino también económica y cultural, pues afecta la pesca, el turismo y la memoria de comunidades enteras.

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El Bosque se convirtió en el símbolo de esta tragedia silenciosa. En noviembre de 2022, sus habitantes pidieron formalmente ser reubicados ante la inminencia del peligro, en un llamado que aún resuena entre quienes ven cómo la línea costera se aleja cada año. La erosión costera, más que un fenómeno geográfico, se ha convertido en una forma de pérdida colectiva: cada metro que cede la tierra es un recuerdo que se hunde.

En este contexto, la pregunta ya no es si el mar seguirá avanzando, sino cuánto más podrá resistir Tabasco. Las soluciones técnicas existen, pero son parciales y costosas. Algunas zonas podrían estabilizarse mediante obras de contención, pero otras deberán aceptar el desplazamiento como destino. Mientras tanto, el litoral del sureste mexicano se redefine día a día, confirmando que la frontera entre el mar y la tierra nunca fue fija, solo lo olvidamos.

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