Gana por quinta vez el político Adolf Hitler en excolonia alemana

Pese a la controversia que despierta fuera de Namibia, Uunona ha dejado claro que no cambiará su nombre. Afirma que es “demasiado tarde” para modificar una identidad que, en su comunidad, no genera sobresaltos
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El inusual triunfo de Adolf Hitler Uunona en las elecciones locales de Namibia volvió a colocar en el reflector internacional la complejidad de un país donde la historia colonial aún marca la vida pública. El político, cuya coincidencia nominal con el dictador nazi provoca titulares desde hace años, retuvo nuevamente su escaño en la circunscripción de Ompundja, al norte del país, consolidando un liderazgo local que se ha mantenido firme durante dos décadas. Su quinto mandato consecutivo refleja cómo, en democracias emergentes, el peso del trabajo territorial suele imponerse al ruido simbólico que provocan ciertos nombres.

La victoria de Uunona destaca por la amplitud del margen, una constante desde 2004, cuando asumió por primera vez la representación regional bajo las siglas del SWAPO. En una circunscripción pequeña, de menos de cinco mil habitantes, la política se vive desde la cercanía cotidiana, y ese contacto directo explica por qué el electorado ha relegado a un segundo plano la carga histórica del nombre. En 2020, por ejemplo, el consejero regional obtuvo el 85% de los votos, y todo apunta a un resultado similar en esta ocasión, pese a que la autoridad electoral aún no ha oficializado el conteo.

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La figura de Uunona ha sido reconocida por su labor comunitaria, sobre todo en temas vinculados al combate al apartheid y la consolidación de servicios básicos en esta región rural. Para muchos habitantes de Ompundja, el consejero es un político accesible, cercano y resolutivo, cualidades que suelen pesar más que cualquier polémica internacional. Esa eficacia local ha sido la llave que mantiene su continuidad, incluso cuando su nombre resurge en la prensa extranjera con matices sensacionalistas.

El propio Uunona ha explicado en múltiples ocasiones que no comparte ni remotamente la ideología nazi ni sus postulados de dominación. En entrevistas pasadas, ha contado que fue su padre quien eligió el nombre sin comprender su dimensión histórica, un fenómeno que no es extraño en una nación que fue colonia alemana y donde nombres germánicos continúan siendo comunes. Su aclaración, sin dramatismos, suele ser directa: él solo lleva un nombre que en su infancia era percibido como uno más.

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La herencia colonial de Namibia contextualiza buena parte de esta historia. El territorio formó parte del África Sudoccidental alemana hasta la Primera Guerra Mundial, etapa de la que aún perduran apellidos, nombres de pila y referencias culturales importadas. Con el paso del tiempo, muchos de estos elementos se mezclaron con las tradiciones locales y perdieron parte de su carga política. Para generaciones que crecieron sin acceso inmediato a información histórica global, el nombre de “Adolf” no siempre tuvo connotaciones negativas.

El ascenso de Uunona en las filas del SWAPO, partido surgido del movimiento de liberación y hoy ubicado en un centro-izquierda pragmático, también ayuda a entender su continuidad. La organización ha tenido que adaptarse a los cambios económicos y sociales de una nación joven, y su base en regiones rurales se mantiene sólida. En ese contexto, el consejero regional encarna una mezcla de tradición partidista y trabajo comunitario que le ha dado estabilidad política.

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Pese a la controversia que despierta fuera de Namibia, Uunona ha dejado claro que no cambiará su nombre. Afirma que es “demasiado tarde” para modificar una identidad que, en su comunidad, no genera sobresaltos. Para sus votantes, el foco está puesto en sus resultados, no en su acta de nacimiento. Así, la noticia vuelve a demostrar cómo la política local puede tener lógicas muy distintas a las de la conversación global.

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