Greenpeace asegura que el Tren Maya solo ha destruido la selva

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Tren Maya

Greenpeace volvió a lanzar una advertencia contundente: el Tren Maya, lejos de representar desarrollo o progreso para el sureste mexicano, ha acelerado la devastación de la Selva Maya, el pulmón más importante del país y el segundo más grande de América. De acuerdo con la organización ambientalista, en los últimos cinco años se han deforestado casi 300,000 hectáreas en la península de Yucatán, más de lo perdido en las dos décadas previas. Su diagnóstico es categórico: la selva arde bajo el fuego cruzado de múltiples industrias y megaproyectos, entre ellos la obra ferroviaria insignia del gobierno anterior, hoy continuada bajo una nueva administración.

Para Greenpeace, la narrativa del progreso ha sido una máscara que oculta una crisis ecológica sin precedentes. “El tren no trajo bienestar, sino fragmentación, contaminación y pérdida de vida”, señaló Carlos Samayoa, coordinador de la campaña México al grito de ¡Selva!. Los datos respaldan su afirmación: tan solo en el tramo cinco del Tren Maya se talaron más de 10 millones de árboles, y el gobierno federal reconoció la instalación de más de 15,000 pilares de gran escala sobre un suelo kárstico que alimenta el acuífero de la región, fuente vital para comunidades y fauna.

La Selva Maya —que abarca partes de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, además de extenderse hacia Guatemala y Belice— atraviesa su etapa más crítica. Ambientalistas como José Urbina, conocido como “Pepe Tiburón”, y el poeta maya Pedro Uc Be han denunciado que el megaproyecto ferroviario fracturó ecosistemas, desplazó comunidades y abrió la puerta a una ola de especulación inmobiliaria disfrazada de desarrollo regional. Ambos sostienen que el tren, más que una vía de comunicación, ha funcionado como un “caballo de Troya” que trajo devastación bajo el discurso del progreso.

El pasado 23 de septiembre, nueve activistas escalaron la Estela de Luz en la Ciudad de México para desplegar una manta con el mensaje “La Selva Maya grita. Semarnat, ¡sálvala!”. El acto, más simbólico que político, buscó reactivar la discusión pública sobre el deterioro ambiental y la aparente indiferencia institucional frente a la deforestación. Desde 2018, cuando inició la construcción del Tren Maya, las organizaciones civiles han presentado estudios, denuncias y amparos, pero, según sus testimonios, la respuesta gubernamental ha sido más defensiva que dialogante.

A pesar de ello, Greenpeace reconoció recientemente una ligera apertura con el anuncio del Corredor Biocultural de la Gran Selva Maya, un proyecto impulsado por México, Belice y Guatemala que busca proteger 5.7 millones de hectáreas de ecosistemas mesoamericanos. Sin embargo, activistas consideran que esta medida es insuficiente: solo contempla el resguardo de zonas ya protegidas y no aborda la raíz del problema, que es la expansión de megaproyectos extractivos y la ausencia de un ordenamiento ecológico real.

“Lo que debería suspenderse son las nuevas autorizaciones de impacto ambiental hasta contar con una planeación territorial que ponga el equilibrio ecológico por encima del extractivismo”, señaló Aleira Lara Galicia, directora ejecutiva de Greenpeace México. La organización propone mesas técnicas permanentes donde participen comunidades, científicos y autoridades, para construir un acuerdo que garantice la preservación del ecosistema.

Mientras el gobierno sostiene que el tren será motor de crecimiento y desarrollo logístico, los defensores de la selva insisten en que el costo ambiental es demasiado alto. “Lo que vemos hoy son selvas taladas, cenotes destruidos y pueblos desamparados”, dijo Pedro Uc Be. Su mensaje no es retórico, sino una advertencia: la Selva Maya se encuentra en un punto de no retorno. Greenpeace considera que esta no es una lucha local, sino global. En sus palabras, “aquí se encuentra la mayor recarga de agua dulce del país y un corredor biológico esencial para especies como el jaguar; proteger la Selva Maya no es solo un deber de México, sino una responsabilidad de toda la humanidad”.

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