OMS respalda fármacos GLP-1 para tratar obesidad en adultos, marcando nueva ruta terapéutica global

Foto: Archivo / AFP
En un giro histórico, Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió este lunes su primera guía global que recomienda el uso de medicamentos basados en GLP-1 para tratar la obesidad en adultos.
La medida reconoce la obesidad como una enfermedad crónica y abre la puerta a nuevas políticas sanitarias, aunque advierte que esos fármacos deben ir acompañados de dieta, actividad física y seguimiento médico.
Un cambio de paradigma: la obesidad como enfermedad tratable
La nueva guía de la OMS define la obesidad no como un simple problema de estilo de vida, sino como una enfermedad crónica que merece tratamiento médico y estructurado.
La recomendación al uso de terapias con receptor de GLP-1 marca un hito: por primera vez se sugiere ofrecer estos medicamentos, no como solución estética, sino como parte de un enfoque clínico serio, prolongado y controlado.
¿Qué medicamentos basados en GLP-1 recomendó la OMS?
Los fármacos señalados incluyen versiones basadas en GLP-1 como semaglutida, liraglutida y tirzepatida, presentes en medicamentos conocidos para diabetes y, en algunos casos, para pérdida de peso.
Su uso está recomendado sólo para adultos (excluyendo mujeres embarazadas) y bajo prescripción médica, con tratamiento de larga duración (idealmente seis meses o más), siempre como complemento a cambios en hábitos de vida.
La OMS advierte que su recomendación es “condicional”: aún faltan datos sobre eficacia y seguridad en el largo plazo, y hay preocupación por los costos, la capacidad de los sistemas de salud y la equidad en el acceso.
Beneficios y desafíos: ¿solución real contra la obesidad global?
Entre los puntos positivos, las terapias GLP-1 ofrecen un mecanismo comprobado: disminuyen el apetito, prolongan la sensación de saciedad y estabilizan la glucosa, lo que puede contribuir a bajar peso y reducir riesgos relacionados.
Pero también hay advertencias: muchos pacientes recuperan peso al suspender el tratamiento, lo que sugiere que podría convertirse en un tratamiento de por vida.
Además, la OMS señala que sin políticas de acceso, esta revolución terapéutica podría profundizar desigualdades: sólo una fracción mínima de quienes podrían beneficiarse llegarán a usar estos fármacos en países de recursos limitados.
Para países como México, donde la obesidad y sus complicaciones representan una carga creciente de salud pública, la guía de la OMS abre la posibilidad de integrar tratamientos farmacológicos como parte de estrategias nacionales de salud. Esto podría implicar reformas regulatorias, precio accesible, educación médica y programas de salud preventiva.
Pero también será clave asegurar que estos medicamentos no queden fuera del alcance de quienes más los necesitan. El reto será equilibrar innovación, equidad y una visión de salud pública que no dependa solo de pastillas.
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