Señora de 69 años vende dulces afuera de banco para sobrevivir
Sara Vega Navarro, de La Piedad, Michoacán, es una señora de 69 años que tiene una discapacidad motriz debido a una poliomielitis que le dificulta caminar, pero que con mucho esfuerzo y fe se gana la vida vendiendo dulces y accesorios religiosos afuera de bancos en la ciudad de La Paz.
Actualmente, vive únicamente con su hijo, que tiene una discapacidad intelectual que también se dedica a vender artículos, entre ambos y con las pensiones que reciben juntan cada dos meses 9 mil pesos con los que pagan el servicio de agua, luz, transporte y comida.
“Yo soy de La Piedad, Michoacán, a mí me dio la poliomielitis cuando tenía dos años de edad y mis papás tenían una fondita en un mercado, yo me crié en un mercado, tenían una tortillería de tortillas hechas a mano y me vine aquí a los 18 años de edad aquí a La Paz y tuve cuatro hijos. Se me murió el mayor y yo saqué sola adelante a mis hijos, aquí he trabajado de todo”.
Explicó que toda su vida se dedicó a la venta, por lo que ahora por su edad se queda en lugares que le permitan vender durante el día, pero explicó que las dificultades de la vejez han sido todo un reto.
“Ya tengo 69 años y ahorita ya no puedo trabajar, yo vendo ahorita pulseritas, llaveritos, rosarios, dulces, pero no vengo a diario porque también tengo diabetes e hipertensión y a veces me siento muy mal. Aparte me acaban de operar ya que tenía tres hernias y me acaban de operar mi ojo”.
Señaló que ha recibido discriminación por parte de distintas personas por lo que hace, pero siendo su hijo la razón para seguir adelante se motiva a sí misma para ignorar esos comentarios.
“Tengo a mi muchacho también con discapacidad intelectual y yo estoy con discapacidad motriz, pero eso no nos impide, yo saqué a mis hijos sola adelante, porque mis padres me enseñaron a trabajar desde desde niña y este es un trabajo muy digno, a veces hay personas que humillan a uno pero yo les digo que este es un trabajo y muy digno”.
Agregó que lo único que pide a las autoridades municipales es que le permitan trabajar porque los costos de los permisos para vender son muy elevados y no los puede pagar y realmente más que tener lujos solo quiere dinero para subsistir.
“Que nos den a personas con discapacidad y ya mayores que nos den la oportunidad ahí en el Ayuntamiento que no nos cobren tanto de los permisos, que nos den chanza de vender nuestras artesanías que hacemos, que al cabo no ocupamos mucho espacio”.
Aclaró que la única familia que tiene en La Paz son sus otras dos hijas que, según sus palabras, lamentablemente no la apoyan económicamente, por lo que recurre a vender.
AT