Temporada histórica de ciclones: lluvias récord, sequía abatida y un junio que rompió todos los moldes

La temporada de ciclones tropicales 2025 cerró marcando un punto de inflexión para México, no por el desastre que suelen asociarles, sino por el efecto benéfico que dejaron en un territorio castigado durante años por la sequía. El país, que venía arrastrando niveles alarmantes de escasez hídrica en 2023 y 2024, experimentó un giro inesperado con un periodo de lluvias abundantes que prácticamente erradicó el déficit de agua, un fenómeno que los meteorólogos atribuyen en buena medida a la fase Neutra del ENSO, que permitió una atmósfera más estable y sin los extremos de El Niño o La Niña.

El ángulo central de esta temporada radica en el inédito comportamiento de junio, que se convirtió en el mes más lluvioso desde que existen registros—algo no visto desde 1941—y que se explica por la frecuente interacción de sistemas tropicales que se desplazaron cerca de las costas mexicanas. Bárbara, Cosme, Dalila, Erick y Flossie en el Pacífico, así como Barry en el Atlántico, fueron los responsables de esta recarga hídrica que redujo drásticamente la sequía, llevando el Sistema Cutzamala a un inusual 97 % de llenado hacia octubre.

Leer más: Trump anunció que pausará permanentemente la llegada de inmigrantes del Tercer Mundo

Otro componente decisivo fue la relativa moderación del calor, que contrastó de forma notable con los récords establecidos en años previos. Mientras en 2024 la Ciudad de México alcanzaba casi 35 °C en mayo, en 2025 fueron pocos los días que superaron los 30 °C. Meteorólogos destacan que la menor cantidad de vapor de agua en la estratósfera y la tropósfera —remanente del impacto del volcán Hunga Tonga que potenció el calentamiento en años pasados— permitió un ambiente más templado y con una respuesta más equilibrada entre temperatura y humedad.

El comportamiento de los ciclones también desmontó narrativas que aseguraban que la formación de estos sistemas ocurría cada vez más temprano “por el cambio climático”. En contraste, 2025 mostró una sincronía casi de manual: la temporada inició en el Pacífico hasta finales de mayo con Alvin y en el Atlántico hasta finales de junio con Andrea. Lejos de anticiparse, ambos océanos se ajustaron a los periodos históricos de desarrollo ciclónico.

Leer más: Tormenta invernal amenaza con colapsar el regreso tras Acción de Gracias en Estados Unidos

Sin embargo, ningún sistema tuvo un impacto tan contundente como el huracán Mayor Erick. Su rápida intensificación en el Golfo de Tehuantepec lo llevó de perturbación a huracán categoría 3 en menos de 36 horas, un proceso explosivo que dejó ráfagas de hasta 280 km/h e intensas lluvias en Guerrero y Oaxaca. Erick se convirtió en uno de los ciclones de mayor influencia en el balance hídrico nacional, sumándose a otros sistemas que mantuvieron semanas enteras de humedad sobre el centro-sur del país.

La temporada también dejó episodios relevantes en septiembre y octubre, cuando los huracanes Ivo, Mario, Priscilla y Raymond reforzaron el patrón lluvioso con aportes considerables en el occidente, la mesa central, el Pacífico sur y el noroeste. Especialmente Mario, que se desplazó muy cerca de Guerrero y Michoacán, contribuyó a las últimas recargas importantes antes del inicio del otoño, consolidando así una tendencia favorable que no se observaba en más de una década.

Leer más: Gana por quinta vez el político Adolf Hitler en excolonia alemana

Aún con este cierre exitoso, los especialistas advierten que el invierno estará dominado por condiciones de La Niña, lo que usualmente implica variabilidad marcada entre periodos secos y húmedos. Pese a ello, los pronósticos apuntan a que seguirá habiendo eventos de lluvia relevantes durante las próximas semanas y meses, lo cual podría continuar fortaleciendo el balance hídrico nacional, un alivio que parecía impensable hace apenas dos años.

Únete AQUÍ a nuestro canal de WhatsApp TRIBUNA DE MÉXICO