Apuntes de campaña desde el Zócalo
El pasado primero de julio el presidente López Obrador volvió a llenar el Zócalo, ahora con motivo del quinto aniversario del triunfo electoral que lo llevó a Palacio Nacional. El mensaje presidencial no sólo fue una enumeración de los logros de este gobierno, sino más bien una lectura política del momento y de lo que se avecina para 2024.
La campaña electoral rumbo al cambio presidencial para 2024 ya ha comenzado, fue el propio presidente López Obrador quien adelantó los tiempos. Esto lo hizo a partir de una estrategia bien planificada. Los medios de comunicación corporativos habían jugado un papel fundamental en la consolidación del poder neoliberal en México, su campaña de sucia de odio en 2006 fue sumamente efectiva.
Es por ello por lo que el presidente sabe que hay que desarticularlos a través de un proceso de larga reflexión. Haber adelantado los tiempos ha permitido que la sociedad vaya reflexionando y concientizándose respecto al porvenir, le permite a la gente tener una valoración completa de las y los candidatos para obtener toda la información posible. Este es un elemento sumamente pedagógico que rompe con el esquema del monopolio de la información de los mass media como Televisa y TV Azteca. En un proceso tan largo los mass media no pueden sostener la manipulación y desinformación por tanto tiempo.
La campaña adelantada ha permitido a Morena incrementar sus preferencias electorales sobre todo por los motivos que se han ventilado en la discusión pública, uno de los más decisivos ha sido el bloqueo del poder judicial y la huelga legislativa de la oposición, por lo que la sociedad está consciente que se necesita de una mayoría calificada. El último estudio demoscópico publicado por Mendoza Blanco y Asociados coloca a Morena con un 61.9% de preferencia de cara a la elección de 2024. Este estudio se realizó cara a cara en hogares.
Evidentemente estos números ya se encontraban en las manos de la oposición, que desde hace tres semanas habían definido que era necesario definir ya a la candidata oficial que abanderaría sus ilusiones de volver por sus fueros. El cálculo político de elegir a Xóchitl Gálvez nada tiene que ver con las posibilidades de ganar la presidencia de la república. Más bien es la necesidad de recuperar votos populares para no sufrir una aplanadora que logre la mayoría calificada en el Congreso.
Incluso los partidos políticos como Acción Nacional, que tiene una historia de conservadurismo y extrema derecha, han empezado a alinearse a la matriz producida por Washington para el caso de Venezuela. Toda la oposición es presentada como miembros de una corriente de izquierda en franca manipulación política. Saben que sus propuestas neoliberales y de derecha no generan consenso en la sociedad mexicana en estos momentos. A Xóchitl Gálvez se le ve como esa última oportunidad para no perder el registro como partido político a nivel nacional y local, y a su vez lograr mantener las prerrogativas para el próximo año.
Esto último es clave en la medida que el financiamiento de Washington no podría sostener a toda una estructura partidaria si se pierden los registros y se logra una mayoría calificada. Además de que la clase económica más poderosa del país no tiraría su dinero a la basura pudiendo generar un acuerdo con la clase política morenista.
Es en este sentido que el mensaje del presidente López Obrador va en tres líneas que se complementan. La primera de ellas tiene que ver con el factor de la violencia económica que tuvo que enfrentar una vez llegado su gobierno, y del cual ha podido ir resolviendo las aristas más complejas que podrían producir un alzamiento social de dimensiones importantes, esto es, ha canalizado por la vía institucional la decadencia social producida por el neoliberalismo. No ha corregido en su totalidad el problema, pero ha empezado a administrar los recursos del Estado para generar compensaciones importantes, entre las que se encuentran elementos de desmercantificación germinal.
La primera parte del discurso presidencial tiene justamente que ver con un mensaje a la clase empresarial del país. Los números macroeconómicos se han mantenido estables, hemos corregido problemas importantes que la tasa de ganancia en México había afrontado, a la par que hemos permitido la recuperación de las clases menos favorecidas con transferencias económicas que han logrado combatir el desempleo y elevar el nivel de vida de las familias mexicanas.
Lo más importante, en el actual proceso de desglobalización México está inserto en un escenario favorable que se ha manejado respetando nuestra soberanía nacional, lo que ha generado importantes inversiones extranjeras directas. Es decir, el capital ha apostado por esta nueva forma de capitalismo en la que el Estado puede recuperar ciertas áreas para generar compensaciones tanto directas como indirectas salarialmente.
En suma, se ha empezado a generar una estrategia para recuperarse del proceso de violencia económica anónima que había implementado el neoliberalismo por más de 30 años. Esto no es poca cosa, sobre todo cuando se ve el tamaño del despojo que se produjo en esta etapa.
La segunda línea tiene que ver con la violencia política decadente que se heredó del narco Estado producido con la complicidad de toda la clase política. No es sólo García Luna el responsable sino la clase política en su conjunto la que se pudrió con la instalación de una necropolítica en el país.
El crimen organizado aplicó un proceso de acumulación por desposesión que benefició a ciertos sectores empresariales y desplazó a otros que no tuvieron la fortuna de sostenerse con las amenazas, cobro de derecho de pisos y muerte que esta modalidad fue estableciendo. El país entero entró en una espiral de violencia política decadente que hasta la fecha no ha podido detenerse.
Aunque es importante mencionar que se ha avanzado en algo que no es menor, la anterior configuración tenía la complicidad de los aparatos de seguridad del Estado, hoy esto existe en menor medida y es que la cúpula política no se encuentra inmiscuida como en el caso del sexenio de Calderón Hinojosa. La clase empresarial sabe de esto muy bien, muchos de ellos padecieron los efectos criminales más fuertes, teniendo que ceder negocios que ellos habían logrado sacar adelante, en algunos casos durante generaciones.
La tercera línea que el presidente lanzó fue directamente contra Claudio X. González, y es que le está dando una oportunidad a la clase empresarial que aún está en el barco de la oposición de alinearse en su proyecto político transexenal. Es la llamada final que lanza, responsabilizando a la cara más visible y tendiendo puentes antes de la partida del barco.
En la mañanera del día martes 11 de julio, el presidente además hizo otro apunte que va de la mano con lo que ya había puesto sobre la mesa. La candidata Xóchitl Gálvez no prenderá y lo que la oposición intentará será la desestabilización con violencia, quizás Pemex, pero más aún Chilpancingo se debe leer en este contexto. Es cierto que existe cierta base social del narco, pero estos no actúan simplemente por intereses locales. Vamos a una elección en donde todos los factores posibles podrán desarrollarse, habrá que estar preparados, no será un día de campo.