Carnival invierte en Ensenada mientras Cozumel enfrenta protestas por nuevo club de Royal Caribbean

La industria de cruceros reacomoda sus apuestas en México con dos proyectos que contrastan en contexto y recepción social. Carnival Corporation anunció una inversión de 26 millones de dólares para desarrollar un parque temático en el puerto de Ensenada, Baja California, su primer complejo de este tipo fuera del Caribe. La decisión busca ampliar capacidad para recibir hasta 9 mil pasajeros diarios y ofrecer un espacio compartido para otras navieras, en un momento en que el modelo de entretenimiento para cruceristas se vuelve un diferenciador clave.
El nuevo parque en Ensenada emerge tras las críticas que Carnival recibió en Quintana Roo por la presión que su actividad turística ejerce sobre infraestructura y playas públicas. La compañía opta ahora por un destino con menor saturación y con espacio para expandir servicios sin depender de hoteles, una estrategia que responde tanto al crecimiento del turismo marítimo en el Pacífico como a la necesidad de diversificar operaciones frente a competidores como Royal Caribbean.
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El movimiento de Carnival coincide con el avance del proyecto Royal Beach Club Cozumel, de Royal Caribbean, que presentó su Manifestación de Impacto Ambiental ante la Semarnat para obtener autorización formal. Este complejo, centrado exclusivamente en entretenimiento diurno, prevé capacidad para 4 mil turistas diarios, con infraestructura que abarca restaurantes, albercas, accesos directos a la playa y servicios complementarios para atender la creciente demanda de cruceristas en la isla.
El plan contempla seis zonas generales, incluyendo un área de llegada, una alberca principal, un mercado tipo QSR, accesos a las playas norte y sur, una villa sur y espacios operativos BOH. La propuesta busca posicionar a Cozumel como un destino con servicios más diversificados sin sumar hoteles, alineándose con la clasificación del INEGI que ubica el proyecto en el sector de servicios recreativos y de entretenimiento, un segmento que dinamiza la economía local mediante actividades como natación, compras y gastronomía.
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El club se ubicará a unos 10.5 kilómetros de la Terminal Internacional de Cruceros y abarcará cerca de 17 hectáreas, de las cuales cinco se destinarán a infraestructura y once se mantendrán como zonas abiertas. La instalación prevé palapas privadas, áreas de descanso al aire libre con camastros y hamacas, duchas, baños y actividades deportivas. En las franjas norte y sur de la Zofemat se instalarán estructuras semifijas, incluidas alrededor de dos mil tumbonas y 24 palapas tipo palafitos, pensadas para maximizar la vista al mar.
La magnitud del proyecto, sin embargo, ha detonado inconformidad social en Cozumel, donde activistas advierten que la construcción privatizaría la última playa pública del lado oeste de la isla. Las organizaciones sostienen que el club podría desplazar a los negocios locales que dependen del flujo directo de turistas, alterando la cadena económica que por décadas ha sostenido a comunidades costeras.
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Los señalamientos apuntan a que Cozumel, conocido por su biodiversidad y playas emblemáticas, enfrenta el riesgo de perder un espacio público clave en favor de infraestructura turística restrictiva. Los colectivos insisten en que la pérdida de acceso a la playa afectaría tanto a residentes como a quienes visitan la isla por su naturaleza, más allá de los servicios orientados al consumo dentro de complejos privados. La discusión ha escalado a un debate mayor sobre modelos de desarrollo turístico en México.
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