Ildefonso Guajardo urge a Ebrard a revivir el ‘cuarto de junto’ rumbo a la revisión del TMEC

El mensaje final de Guajardo es claro: el TMEC debe mantenerse como un tratado de libre comercio con arancel cero, sin que la revisión arranque bajo un clima de amenazas o castigos comerciales
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La inminente revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) en 2026 ha encendido las alertas entre los expertos, y una de las voces más sólidas en la materia, Ildefonso Guajardo, advierte que México debe reconstruir ya su estrategia. El exsecretario de Economía y principal negociador del acuerdo firmado en 2018 sostiene que el entorno político bajo el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca será más impredecible, más duro y con menos contrapesos internos que hace seis años. Por ello, insiste: es momento de revivir el ‘cuarto de junto’, una herramienta que antes permitió articular tácticas finas de defensa comercial.

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Guajardo explica que la esencia del desafío reside en comprender el nuevo ecosistema político de Washington. Trump —dice— opera hoy con un gabinete convertido en “cámara de eco”, donde las decisiones presidenciales se refuerzan sin discusión técnica. Ese entorno, advierte, es especialmente riesgoso para México, pues las negociaciones comerciales pueden transformarse en instrumentos de presión vinculados a migración, seguridad fronteriza o incluso tráfico de fentanilo. En un escenario así, asegura, México necesita más que buenos argumentos: requiere aliados, cabildeo y músculo político dentro del sector privado estadounidense.

Una de las herramientas que pueden marcar la diferencia, afirma, es el histórico ‘cuarto de junto’, un mecanismo de cooperación entre gobierno y empresas nacionales que permitió, durante el TLCAN y el TMEC, coordinar posiciones, anticipar presiones y activar interlocutores estratégicos en Estados Unidos. Guajardo enfatiza que su función nunca fue meramente consultiva, sino también de influencia, pues permitía llevar las preocupaciones mexicanas directamente a líderes de cadenas productivas con llegada al Congreso y a la Casa Blanca.

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El diagnóstico de Guajardo no solo se basa en la coyuntura actual, sino en su experiencia con Trump entre 2017 y 2018. Durante aquella renegociación, recuerda, los aranceles fueron utilizados como arma política. La imposición estadounidense de tarifas al acero y aluminio mexicanos bajo la sección 232 detonó una respuesta inmediata: México gravó 71 mercancías —desde carne de puerco hasta whisky— enfocándose en distritos republicanos clave, una estrategia diseñada para generar presión doméstica sobre Trump. Ese episodio, explica, evidencia que las medidas punitivas pueden reaparecer en esta revisión del TMEC.

El exsecretario también subraya que el contexto interno de México será determinante. Durante el cierre del acuerdo de 2018, López Obrador —entonces presidente electo— prefirió no asumir responsabilidad directa en los contenidos del tratado, delegando la observación a Jesús Seade mientras su bancada en el Senado preparaba la ratificación. Hoy, el reto es distinto: la falta de coordinación entre gobierno y empresas se ha profundizado, debilitando la capacidad de negociar en bloque y de articular mensajes que logren frenar decisiones unilaterales de Washington.

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Aun con el panorama tenso, Guajardo reconoce que hay señales que pueden jugar a favor de México y Canadá. Entre ellas, decisiones recientes de jueces —incluso nombrados por Trump— que cuestionaron el uso expansivo de la figura de “emergencia nacional” para imponer aranceles sin autorización del Congreso. Según el exsecretario, ese freno judicial obligó a Washington a moderar propuestas impositivas y a anunciar reducciones arancelarias en productos como café y frutas tropicales, admitiendo que su política comercial inflacionaria también golpea a consumidores estadounidenses.

Sin embargo, el mensaje final de Guajardo es claro: el TMEC debe mantenerse como un tratado de libre comercio con arancel cero, sin que la revisión arranque bajo un clima de amenazas o castigos comerciales. Para lograrlo, sostiene, México necesita recuperar su estructura de negociación técnica, reconstruir la alianza con el sector privado y prepararse para un ciclo complejo donde la diplomacia económica será tan importante como la política.

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