Lady Gaga regresa a Barcelona siete años después con una apoteósica “ópera rave”

La diva del pop transformó el Palau Sant Jordi en un teatro gótico lleno de fuego y baile. Te contamos los detalles de la gira 'The Mayhem Ball' que reafirma su reinado en la música.
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La gira The Mayhem Ball ha coronado a Lady Gaga en Barcelona, marcando su regreso triunfal a España tras siete años de ausencia. La artista logró un ‘sold out’ para la primera de sus tres noches consecutivas en el Palau Sant Jordi el pasado 28 de octubre. El espectáculo se presentó como una “ópera rave” teatral, cargada de catárticas contradicciones que demostraron la madurez y la inquebrantable voz de la cantante.

La “reina del caos” incendia Barcelona

Lady Gaga regresó al país después del Joanne World Tour de 2018, una gira que no logró llenar la segunda fecha en el Palau Sant Jordi. Esta vez, la recepción fue contundente: la estrella neoyorquina consiguió agotar tres fechas consecutivas en cuestión de horas. En total, el espectáculo de arenas congregó un equivalente a más de 54.000 espectadores, la misma cifra que albergaría el Estadio Lluís Companys.

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El show, de dos horas y media de duración, comenzó con el primer acto titulado Of Velvet and Vice. La artista tiñó la pista de radiante rojo al entonar Bloody Mary, Abracadabra y Judas. El público, compuesto por sus fieles “little monsters”, se entregó por completo, coreando y bailando a un ritmo que no dio tregua.

Una batalla épica en el escenario gótico

  • El espectáculo se articuló a partir de una batalla consigo misma y una disciplina artística férrea, dividida en cuatro actos con múltiples cambios de vestuario y escenografía.
  • La puesta en escena era de tal magnitud que simulaba una fachada barroca de ópera, perfecta para el mundo onírico de Gaga.
  • Durante la interpretación de Poker Face, el escenario se transformó en un tablero de ajedrez donde Lady Gaga se enfrentó a una figura coronada, emulando la reina deforme de su videoclip Bad Romance.
  • El duelo entre el bien y el mal se mantuvo a lo largo de toda la narrativa del concierto, con el juego de los colores rojo y blanco como protagonistas.

El segundo acto, And She Fell Into a Gothic Dream, la mostró saliendo de un cajón de arena rodeada de esqueletos mientras cantaba Perfect Celebrity y Disease. El ritmo fue exigente, y la artista mantuvo la adrenalina con un despliegue físico vigoroso e indesmayable.

La madurez de la diva y el legado de los monstruos

  • Una de las mayores virtudes del concierto fue su cohesión sonora, donde los sencillos de Mayhem (2025) se mezclaron con éxitos de hace casi dos décadas, como LoveGame.
  • Se incluyó una versión a capella de Paparazzi (2008) donde la artista lució un velo blanco y reprodujo el look del videoclip saliendo en muletas.
  • Notablemente, el show dejó fuera intencionalmente las canciones de sus álbumes Chromatica (2020) y Joanne (2016), ya que estos se encuentran en las antípodas del barroquismo de la noche.
  • Hacia el final, el espectáculo bajó el pulso acelerado para enfocarse en la faceta más madura y cinematográfica de la artista.
  • Se interpretaron Million Reasons, Shallow y Die With a Smile. En Shallow, Lady Gaga apareció en una barca, navegando con pausa mayestática en la pasarela, lo que se sintió como una nueva evocación al más allá.

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El cierre fue una celebración de una artista que ha abrazado sus contradicciones y ha crecido en un género exigente. La apoteosis llegó con Bad Romance, que retumbó en la noche barcelonesa con una última sucesión de fuego, confeti y un clamor ensordecedor. Al finalizar, la diva sentenció: “Somos monstruos y los monstruos nunca mueren”.

Este espectáculo, catalogado como el mayor y mejor teatro pop que ha visto hasta la fecha el Palau Sant Jordi, consagra la posición de Lady Gaga como una leyenda que, con talento y excentricidad, está destinada a sobrepasar el tiempo.