Boleros de La Paz: un oficio que se niega a desaparecer

El oficio del aseador de calzado, uno de los más tradicionales en plazas y calles de México, enfrenta hoy el reto de sobrevivir ante el cambio de hábitos de consumo y el auge de calzado deportivo que casi no requiere mantenimiento.
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Eduardo Durán, aseador de calzado con 30 años de experiencia en La Paz, reconoce que su oficio atraviesa una etapa complicada. “Al morir la gente que se fijaba mucho en su aspecto, en la pulcritud del vestir, pues va decayendo el trabajo. Ahora los jóvenes ya no cuidan tanto ese aspecto, usan tenis u otro calzado que no requiere mantenimiento”, explica.

Para adaptarse a los nuevos tiempos, Durán ha ampliado sus servicios y ahora también se dedica a la limpieza y rediseño de tenis, un giro que dice se ha convertido en la principal fuente de ingresos durante temporadas como el verano. “El proceso de cambiar de fuente principal de ingresos ha sido la limpieza de tenis, eso es lo que nos mantiene trabajando”, asegura.

Aunque ve el futuro del oficio con incertidumbre, admite que podría ser de las últimas generaciones en vivir exclusivamente de la boleada. “Como todo oficio tiende a desaparecer. Posiblemente yo sea la última generación que viva al 100% de esto”, reflexiona.

El bolero también subraya la ventaja económica que representa acudir a su servicio. “Unos tenis buenos cuestan dos o tres mil pesos. Lo que la gente intenta es alargar el periodo de vida lo más que se pueda. Este calzado otras personas ya lo hubieran desechado, pero aquí se le da nueva vida”, comenta mientras muestra un par transformado tras su trabajo.

Pese a las dificultades, Eduardo asegura que seguirá fiel a su oficio mientras existan clientes que valoren el detalle de unos zapatos o unos tenis limpios y bien cuidados.