Estudiar y trabajar para sobrevivir: jóvenes foráneos se autosustentan en La Paz

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Una realidad marcada por el costo de vida
Frente al creciente costo de vida en la capital sudcaliforniana, cada vez más estudiantes se ven obligados a trabajar para poder estudiar. La situación es aún más complicada para quienes provienen de otras comunidades y deben cubrir gastos de transporte, renta y materiales especializados.
El caso de Juan de Dios
Juan de Dios Ahumada Manríquez, estudiante de Arquitectura en el Instituto Tecnológico de La Paz, encontró empleo como mesero en un restaurante de pizzas italianas para costear sus gastos personales.
“La verdad es pesado, pero no creo que sea imposible. Influye mucho la organización que uno tiene hacia sus tareas y sus actividades”, comenta.
Trabaja únicamente los fines de semana, en turnos que van de las 3 a las 11 de la noche, ya que su horario escolar le impide laborar de lunes a viernes. Reconoce que conseguir un empleo compatible con la universidad no fue sencillo y tardó meses en lograrlo.
Entre La Paz y La Ribera: estudiar lejos y trabajar más
La historia de Eliazar Avilés, originario de La Ribera y estudiante de Ingeniería Civil, refleja aún más sacrificios.
Ha vendido zapatos, ropa, mariscos e incluso apoyado en compraventa automotriz. También trabajó en una marisquería los fines de semana para complementar ingresos.
“Ahorita trabajar es un apoyo muy grande para mí, ya que con eso completo mi semana para sacar los gastos: materiales, comida o lo que se ocupe en la escuela”, explica.
Cada fin de semana viaja a su comunidad para ahorrar y apoyar en labores familiares. A pesar del esfuerzo, asegura que vale la pena:
“Todo se puede con dedicación, disciplina y responsabilidad. Es muy difícil, pero se puede.”
Gastos académicos y alternativas laborales
En carreras como Ingeniería y Arquitectura, los materiales académicos representan gastos constantes: impresiones, planos, herramientas, maquetas o software especializado.
Además, se suman transporte, renta, alimentación y servicios. Por ello, trabajar se convierte en una necesidad, no en una opción.
La búsqueda de empleos compatibles con los horarios escolares es un reto. Sin embargo, los fines de semana, el comercio informal y la venta de productos se han vuelto alternativas comunes para los jóvenes.
Tanto Juan de Dios como Eliazar coinciden en algo: no rendirse. El camino es demandante y agotador, pero aseguran que la organización, la constancia y el apoyo de amistades o familiares hacen la diferencia.
“No se den por vencidos, siempre va a llegar un trabajo que se adapte a las posibilidades que uno tiene”, concluye Juan de Dios.
Un esfuerzo silencioso que merece reconocimiento
Miles de estudiantes en Baja California Sur se comprometen doblemente: estudiar para construir su futuro y trabajar para poder llegar a él.
Su esfuerzo revela una realidad poco visible, pero profundamente significativa: la educación requiere sacrificio y, en muchos casos, también autosuficiencia.
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