Marcha de “Generación Z”, México termina con disturbios en el Zócalo mientras crece la disputa por la narrativa

La marcha de la generación Z volvió a colocar a la Ciudad de México en el centro de un pulso político que se libra tanto en las calles como en las redes sociales. El ángulo inmediato del episodio no es solo la movilización juvenil, sino la batalla por la interpretación de lo ocurrido.
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La marcha de la Generación Z, el movimiento del sombrero, partió del Ángel de la Independencia rumbo al Zócalo de la Ciudad de México, en donde decenas de asistentes, en su mayoría encapuchados, protagonizaron enfrentamientos con elementos de seguridad.

La marcha de la generación Z volvió a colocar a la Ciudad de México en el centro de un pulso político que se libra tanto en las calles como en las redes sociales. El ángulo inmediato del episodio no es solo la movilización juvenil, sino la feroz batalla por la interpretación de lo ocurrido.

Desde el gobierno federal se insiste en un mensaje, no caer en provocaciones. Las autoridades han advertido que grupos organizados, cuya identidad aún se investiga, habrían buscado detonar enfrentamientos para instalar la idea de que México reprime a los jóvenes. En un país marcado por antecedentes de confrontación entre estudiantes y cuerpos policiales, la sola insinuación activa una memoria social profunda.

El debate se intensificó después de que circulara una imagen de un manifestante ondeando una bandera en el Zócalo, material que se viralizó de inmediato. Sin embargo, el gobierno pidió cautela: no está claro si la fotografía es real. De acuerdo con funcionarios que revisan el material, la proliferación de imágenes creadas o alteradas mediante inteligencia artificial ha convertido la verificación en un desafío urgente. “Es muy complejo distinguir qué es verdad y qué no”, advirtieron, subrayando que redes sociales particularmente violentas replicaron contenido que podría no corresponder con los hechos.

La marcha de la generación Z se prolongó por varias horas, y la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital prepara un informe detallado sobre lo ocurrido. La revisión incluirá la actuación de los policías desplegados, pues el gobierno reconoce que, si hubo abusos, deberán investigarse. Pero también enfatiza que las agresiones contra los agentes fueron severas. Las imágenes que muestran golpes directos con objetos contundentes llevaron a las autoridades a insistir en que ciertos grupos habrían provocado a los uniformados para obtener una respuesta violenta que refrendara un relato de represión estatal.

El Gobierno de la Ciudad sostiene que los policías asignados no portaban armas más allá de sus escudos. Se trató, según explicaron, de un dispositivo diseñado para contener sin escalar. No obstante, la presencia de mujeres policías atacadas durante la jornada añadió tensión al análisis público. En conferencias posteriores, se remarcó que la fuerza solo puede usarse dentro de los protocolos establecidos y que cualquier desviación será investigada en los mecanismos internos de supervisión.

La pregunta central sigue abierta: ¿quién movilizó a los grupos más agresivos y con qué propósito? En torno a esa duda, la marcha de la generación Z se convirtió en un símbolo de algo más amplio: una ciudadanía joven que exige ser escuchada y, a la vez, un ecosistema de desinformación que moldea percepciones al instante. Mientras autoridades federales y locales preparan reportes definitivos, la disputa por la narrativa continúa, amplificada por algoritmos y por un país donde las calles vuelven a ser escenario y termómetro político.

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