Revelan mensajes de WhatsApp la frialdad con la que se condujo el ataque hacia Carlos Manzo: OGH

El titular de la SSPC, Omar García Harfuch, confirmó que la filtración de esos intercambios, revisada por las autoridades federales, permite dimensionar la frialdad con la que se condujo el ataque hacia Carlos Manzo.
0
37

El asesinato de Carlos Manzo no fue un arrebato ni una ejecución improvisada. De acuerdo con la reconstrucción oficial, realizada por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), se trató de una operación milimétricamente orquestada, sostenida por una cadena de mensajes que dibuja el nivel de control, vigilancia y disciplina militar con el que trabaja la célula criminal responsable, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

El titular de la SSPC, Omar García Harfuch, confirmó que la filtración de esos intercambios, revisada por las autoridades federales, permite dimensionar la frialdad con la que se condujo el ataque.

La pieza clave de esta coordinación fue Ramiro “N”, presunto instructor de armas dentro de la estructura criminal. Las autoridades revelaron que el teléfono del sospechoso contenía una línea de tiempo precisa: fotografías del punto del atentado, reportes del movimiento de la víctima y actualizaciones en tiempo real hacia un mando identificado únicamente como “El licenciado”. La existencia de esta comunicación sugiere un liderazgo operativo más amplio y sofisticado que el de un tirador actuando solo.

Toda esta comunicación generada a través de mensajes de whatsapp señalan que a las 6:06 de la tarde del 1 de noviembre, la operación ya estaba en marcha. Ramiro envió una imagen de la jardinera donde más tarde ocurriría el homicidio, confirmando que el equipo se encontraba posicionado. Una hora y media después, a las 7:45, notificó que Carlos Manzo había llegado al lugar. Para entonces, el ataque no era una posibilidad: era una orden en espera del momento exacto.

La instrucción era inequívoca. Harfuch confirmó que, conforme a los mensajes analizados, la orden era disparar a Carlos Manzo aun si estaba acompañado. Esa instrucción, seca y sin matices, expone la lógica interna del grupo: un objetivo es un objetivo, independientemente de daños colaterales, testigos o escenarios de riesgo. Minutos después del ataque, a las 8:00, Ramiro reportó que autoridades habían sometido al tirador y que Manzo estaba recibiendo atención. Acto seguido, pidió “recoger a Fernando Josué”, otro presunto involucrado, lo que evidencia que el plan consideraba rutas de escape y rescate de miembros.

El caso, que ha escalado a nivel federal, apunta a vínculos directos de la célula con el Cártel Jalisco Nueva Generación, una de las organizaciones criminales más expansivas y violentas del país.

Harfuch adelantó que las detenciones continuarán, en un intento por desmontar la red detrás del homicidio. La narrativa que emerge de los mensajes es contundente: el asesinato de Carlos Manzo fue un operativo calculado, ejemplar del profesionalismo criminal que las autoridades buscan contener, pero que sigue mostrando su capacidad para infiltrarse en el tejido urbano del país.

  • Únete AQUÍ a nuestro canal de WhatsApp TRIBUNA DE MÉXICO y recibe las noticias más relevantes de Baja California Sur.