Muere Cary-Hiroyuki Tagawa, famoso por interpretar a Shang Tsung en Mortal Kombat

Cary-Hiroyuki Tagawa, conocido mundialmente por sus papeles en Mortal Kombat y The Man in the High Castle, falleció a los 75 años debido a complicaciones por un derrame cerebral
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La muerte de Cary-Hiroyuki Tagawa marca el fin de una trayectoria que rompió inercias en la industria y que dejó huella tanto en el cine comercial como en las producciones de culto. El actor, recordado por millones gracias a su imponente interpretación de Shang Tsung en Mortal Kombat, falleció a los 75 años en Santa Bárbara, acompañado de su familia tras complicaciones derivadas de un derrame cerebral. Su partida, confirmada por su representante, devuelve a la conversación pública el impacto de un artista que supo construir un camino propio en un Hollywood que pocas veces abría espacio a los actores asiáticos.

El anuncio de su muerte vino acompañado de un retrato íntimo: su manager, Margie Weiner, describió a Tagawa como un hombre generoso, disciplinado y profundamente comprometido con su oficio. Esa combinación de carácter y talento lo convirtió en un rostro imprescindible de la pantalla durante más de tres décadas, logrando algo que no era común para intérpretes de ascendencia asiática en los años en que inició su carrera: papeles complejos, memorables y con peso narrativo.

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El despegue formal de Tagawa ocurrió en 1987 con El último emperador, la cinta de Bernardo Bertolucci que arrasó en los Premios Oscar. A partir de ahí, su presencia se volvió recurrente en producciones de gran escala como Pearl Harbor, El planeta de los simios y Licencia para matar. Su físico, su mirada y la autoridad que transmitía lo convirtieron en un actor capaz de sostener personajes de villano, mentor, militar o figura histórica sin repetirse, algo que Hollywood pocas veces permitió a actores asiáticos de su generación.

Su historia personal también moldeó su identidad artística. Nacido en Tokio, criado en el sur de Estados Unidos e hijo de un militar hawaiano que conoció a su madre en Japón, Tagawa creció entre culturas, idiomas y expectativas ajenas. Sus padres lo nombraron en honor a Cary Grant, y a su hermano, a Gregory Peck, un gesto que revelaba tanto admiración cinematográfica como la aspiración de integrarse a un mundo que no siempre recibía con los brazos abiertos a intérpretes asiáticos.

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Antes de convertirse en actor profesional, Tagawa transitó por oficios que hablan de su capacidad de adaptación: agricultor de apio, conductor de limusina, repartidor de pizza y fotoperiodista. Fue hasta los 36 años cuando decidió romper la advertencia de su madre —ella misma actriz de teatro en Japón— y dedicarse a la actuación, aun sabiendo que los papeles para asiáticos eran escasos y estereotipados. Él mismo reconoció que, aunque la industria se había abierto un poco, los avances seguían siendo lentos y la representación continuaba lejos de lo deseable.

Uno de sus trabajos más comentados fue su interpretación del Barón en Memorias de una geisha (2005), una cinta que fue cuestionada por la falta de autenticidad cultural. Tagawa respondió a las críticas con una claridad que lo caracterizaba: una película de ficción escrita y dirigida por estadounidenses no podía aspirar a reproducir por completo la sensibilidad japonesa. Para él, aquella obra debía entenderse como un ejercicio interpretativo, no como un documental. Su postura reflejaba no solo experiencia, sino también el entendimiento de cómo opera Hollywood.

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Más allá del set, Tagawa desarrolló una faceta que pocos conocían: creó un sistema de entrenamiento llamado Ninjah Sportz, inspirado en artes marciales pero enfocado en la salud y la preparación física, no en la competencia. Colaboró con deportistas de alto rendimiento, entre ellos el boxeador Brian Viloria y jugadores de futbol americano de la Universidad de Hawái, convencido de que la disciplina mental podía ser más poderosa que cualquier golpe.

Su vida también tuvo episodios controvertidos, como su declaración de culpabilidad en 2008 por un delito menor de acoso contra su entonces novia, un caso en el que, según su abogado, asumió responsabilidad sin ofrecer excusas. Aun con ese capítulo, su legado artístico permanece intacto entre quienes crecieron viéndolo encarnar a figuras intimidantes y míticas, y entre generaciones de actores asiáticos que lo reconocen como uno de los primeros en abrir puertas.

La partida de Cary-Hiroyuki Tagawa deja un vacío significativo en la industria. Fue un actor que supo navegar entre Hollywood y su propia herencia cultural, que convirtió obstáculos en impulso y que dejó personajes que perdurarán en la memoria colectiva.

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