La NOAA anticipa un giro climático: el Pacífico se calienta y El Niño toma fuerza rumbo a 2026

El comportamiento reciente del Pacífico ecuatorial apunta a un cambio relevante en el patrón climático global, luego de que comenzaran a detectarse señales claras de calentamiento en la superficie del mar. Este escenario, advertido por la NOAA, reduce de forma significativa la posibilidad de una La Niña persistente y abre la puerta a una transición hacia un fenómeno de El Niño a lo largo de 2026.
La advertencia resulta clave porque no todo enfriamiento del océano equivale automáticamente a La Niña. Los criterios internacionales establecen que este fenómeno solo puede declararse cuando se acumulan al menos cinco trimestres móviles consecutivos, es decir, alrededor de siete meses, con anomalías negativas sostenidas en la temperatura del Pacífico central, específicamente en la región conocida como Niño 3.4, una condición que no se ha cumplido plenamente.
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Aunque la NOAA ha clasificado por segunda vez en 2025 un episodio de La Niña, los especialistas coinciden en que se trata de un enfriamiento débil y transitorio. Este comportamiento recuerda al episodio de 2024-2025, que tampoco logró consolidarse como un evento frío robusto, lo que refuerza la idea de que el actual descenso térmico difícilmente tendrá efectos duraderos.
Desde el cierre del último El Niño, en mayo de 2024, el Pacífico tropical ha permanecido en una fase de neutralidad con un ligero sesgo frío. Los registros históricos muestran que este tipo de fluctuaciones breves no siempre se traducen en impactos consistentes sobre los patrones globales de lluvia y temperatura, a diferencia de los eventos plenamente desarrollados.
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Los propios indicadores atmosféricos utilizados para respaldar la clasificación de La Niña, como el Índice de Oscilación del Sur, reflejan en realidad la interacción de otros fenómenos climáticos de gran escala. Procesos como el Dipolo del Océano Índico o la Oscilación Madden-Julian han influido en las anomalías de lluvia y presión, sin que exista una respuesta típica y sostenida del sistema ENSO.
El más reciente boletín de la NOAA reconoce anomalías cercanas a -0.7 grados Celsius en la región Niño 3.4, pero también asigna una probabilidad del 68 por ciento a que el Pacífico regrese a condiciones neutrales durante el trimestre enero-febrero-marzo. Aun si esa neutralidad se retrasara algunas semanas, el periodo total de enfriamiento no alcanzaría el umbral necesario para hablar de una La Niña formal.
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Las proyecciones de los modelos climáticos refuerzan este escenario de transición. Tanto los modelos estadísticos como los dinámicos coinciden en que la neutralidad se alcanzará a corto plazo y que, a partir del segundo semestre del año, el Pacífico podría mostrar anomalías positivas suficientes para entrar en fase de El Niño, con valores superiores a 0.5 grados sobre el promedio.
Incluso los escenarios más conservadores sugieren que el calentamiento podría adelantarse, con una posible transición hacia condiciones cálidas desde mediados de 2025. Los modelos dinámicos, que incorporan la física del sistema climático, suelen ofrecer mayor confiabilidad para anticipar El Niño que para prever La Niña, lo que fortalece la señal de alerta temprana.
El posible regreso de El Niño adquiere mayor relevancia en un contexto de calentamiento global acelerado. Este fenómeno suele estar asociado con temperaturas globales más elevadas y un aumento en la frecuencia e intensidad de olas de calor, un escenario que preocupa especialmente cuando los pronósticos climáticos ya colocan a 2025 entre los años más cálidos jamás registrados a escala mundial.
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