¿Qué es el virus de Marburgo?

Brote de virus de Marburgo en Etiopía preocupa a las autoridades de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
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Virus de Marburgo, ¿qué es?

Un brote del virus de Marburgo en Etiopía mantiene bajo alerta a la comunidad internacional luego de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmara varios contagios y al menos ocho fallecimientos vinculados al foco inicial. Autoridades sanitarias indican que este escenario exige intensificar la vigilancia epidemiológica y difundir información precisa para reducir riesgos.

Especialistas consultados afirman que el virus de Marburgo y el virus de Ravn, ambos pertenecientes a la especie Orthomarburgvirus marburgense, son los agentes responsables de la enfermedad causada por el virus de Marburgo. Detallan que su letalidad puede alcanzar hasta 88%, aunque reconocen que esta disminuye considerablemente cuando los pacientes reciben atención temprana y adecuada.

Las autoridades sanitarias explican que estos filovirus comparten características clínicas con los que provocan el ébola y que ambos pueden desencadenar brotes con alta mortalidad. Subrayan que, pese a su rareza, representan una amenaza significativa en regiones donde persisten condiciones ambientales que facilitan su transmisión.

La OMS recuerda que la enfermedad por el virus de Marburgo se identificó por primera vez en 1967, tras brotes simultáneos en Marburgo, Frankfurt y Belgrado, relacionados con monos verdes africanos importados desde Uganda. Desde entonces, se han documentado casos y brotes esporádicos en Angola, Ghana, Guinea, Guinea Ecuatorial, Kenya, República Democrática del Congo, Sudáfrica (en una persona procedente de Zimbabwe), Tanzanía y Uganda, así como dos casos en 2008 asociados a visitas a minas o cuevas habitadas por murciélagos.

En 2024 y 2025, África registró nuevos episodios, incluido el primero en Rwanda y otro más en Tanzanía, lo que evidencia una circulación persistente del virus en la región. Autoridades africanas señalan que estos brotes requieren coordinación regional más estricta y mayor inversión en vigilancia epidemiológica.

La OMS advierte que la infección inicial en el ser humano suele originarse tras una exposición prolongada a minas o cuevas donde habitan murciélagos Rousettus, considerados reservorio natural del virus de Marburgo.

Los expertos señalan que, una vez que el virus ingresa a la población humana, se transmite por contacto directo con sangre, secreciones u otros fluidos corporales de personas infectadas. Añaden que también puede propagarse mediante superficies contaminadas, ropa personal o ropa de cama expuesta a líquidos infecciosos.

Indican que el personal de salud corre un riesgo significativo cuando no se siguen de manera estricta las medidas de prevención. También advierten que ciertos rituales funerarios, donde existe contacto directo con cuerpos, incrementan la transmisión del virus.

Las autoridades reiteran que las personas no contagian mientras no presentan síntomas, aunque permanecen infecciosas mientras el virus continúe presente en la sangre.

Profesionales médicos indican que la enfermedad comienza con fiebre elevada, cefalea intensa y malestar general. A partir del tercer día, muchos pacientes presentan diarrea, náuseas y vómitos, mientras que otros desarrollan erupciones cutáneas. En etapas posteriores, pueden aparecer hemorragias internas y externas, así como afectaciones neurológicas como confusión o irritabilidad.

En los casos más graves, el fallecimiento ocurre entre ocho y nueve días después del inicio de los síntomas, usualmente como consecuencia de pérdida masiva de sangre y choque.

La OMS detalla que el diagnóstico requiere pruebas como ELISA, detección de antígenos, RT-PCR y cultivo viral en laboratorios de máxima seguridad. Resalta que el manejo de muestras representa un riesgo extremo y debe seguir estrictos protocolos internacionales.

Actualmente, no existen vacunas ni antivirales autorizados contra el virus de Marburgo, aunque diversos anticuerpos y fórmulas experimentales se encuentran en desarrollo. El tratamiento disponible consiste en atención de soporte, rehidratación y manejo de síntomas específicos para aumentar la supervivencia.

Expertos en zoonosis señalan que el murciélago Rousettus aegyptiacus es el reservorio natural del virus, mientras que los monos verdes africanos participaron en el primer brote documentado. Destacan que, en África, los cerdos también pueden infectarse y diseminar el patógeno, por lo que recomiendan reforzar medidas biosanitarias en explotaciones porcinas.

La evidencia científica indica que la distribución del virus podría coincidir con la de los murciélagos frugívoros, lo que representa un reto para los sistemas de salud en países con presencia de estas especies.

Las autoridades sanitarias explican que la prevención requiere participación comunitaria y medidas como aislamiento de casos, rastreo de contactos, higiene estricta, manejo seguro de cadáveres y vigilancia permanente. Añaden que crear conciencia sobre los factores de riesgo es esencial para reducir contagios.

Indican además que las personas que trabajan o visitan minas o cuevas con murciélagos deben utilizar equipo de protección. También recomiendan evitar el contacto estrecho con pacientes, garantizar inhumaciones seguras y reforzar la limpieza en los hogares.

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