Vuelos de Venezuela se paralizan tras medidas de EE. UU. y tensiones diplomáticas por espacio aéreo

Según la IATA, la crisis ha afectado a unas 15 mil personas por semana, entre pasajeros varados, vuelos cancelados y repatriaciones suspendidas.
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En los últimos días, el panorama aeronáutico de Venezuela ha sufrido una interrupción drástica, los vuelos de Venezuela desde y hacia el exterior se han reducido considerablemente tras los anuncios del gobierno de Donald Trump, en el que declaró que el “espacio aéreo del país caribeño” debía considerarse cerrado “en su totalidad”.

Según datos citados por medios internacionales, durante el fin de semana posterior al anuncio los cielos venezolanos aparecían “casi vacíos”. La mayoría de los vuelos fueron operados por aerolíneas nacionales o privados dentro del territorio venezolano; sólo un par de compañías internacionales, la panameña COPA y la colombiana Wingo, mantuvieron algunas rutas hacia el aeropuerto internacional Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, en Maiquetía.

El efecto inmediato del cierre de facto del espacio aéreo ha sido severo en conectividad: de un promedio habitual de más de 100 operaciones semanales en Maiquetía, los vuelos con origen o destino internacional se desplomaron casi un 25 %. Además, según la organización International Air Transport Association (IATA), la crisis ha afectado a unas 15 mil personas por semana, entre pasajeros varados, vuelos cancelados y repatriaciones suspendidas.

Más allá de los pasajeros, el cierre y la suspensión de rutas internacionales también han tenido consecuencias en la movilidad de migrantes venezolanos repatriados, turistas internacionales y carga: varias rutas canceladas y una fuerte reducción del tráfico aéreo han impactado la economía, la logística y la ya frágil conectividad internacional del país.

El colapso actual de los vuelos de Venezuela expone un conflicto de soberanía, seguridad y diplomacia aeronáutica. Mientras Estados Unidos imprime su presión a través del anuncio del cierre del espacio aéreo, las autoridades venezolanas rechazan rotundamente la medida, calificándola de acto hostil e ilegítimo. En medio de esta crisis, la conectividad aérea venezolana queda a la deriva, dejando a pasajeros, migrantes y ciudadanos comunes varados en tierra —y a los cielos del país, prácticamente vacíos.

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